Primera Parte
Con tantas ansias de conocer a nuestro segundo hijo, esperamos ansiosos su llegada. Esta vez ya estamos más seguros de pasar por este proceso pues ya no es la primera vez que vamos a recibir a un bebe en casa.
No compramos muchas cosas para su llegada porque tenemos muchas cositas de Olivia que nos van a servir para este segundo bebé. Mi mami llega una semana antes de este nacimiento y todo parece ir de acuerdo al plan, hasta que todo cambia de un momento a otro.
En la noche del jueves empiezo a sentir mucho comezón en mis manos, codos y pies. Una comezón que no me deja dormir ni me permite descansar. Ya eran las 11 de la noche, y no podía dormir, no sabía si levantar a Pablo o empezar a llorar en el baño. También consideraba que quizá estaba exagerando y que todo estaba en mi cabeza, pero no. La sensación incómoda no me permitía dormir o pensar en otra cosa.
Al día siguiente (viernes), y luego de una llamada telefónica al doctor, y sentada en el carro de mi suegra camino al hospital, antes de la fecha prevista, y para una cesárea de emergencia. Salí de la cita médica con la noticia de que las cosas se habían complicado.

Resulta que todo el picazón era una señal de mi cuerpo para decirme que mi hígado estaba teniendo problemas y que podía dejar de funcionar. No soy médico, pero entendí que era un síntoma causado por las hormonas del embarazo que podía causar la muerte del bebe en el vientre. Yo no estaba con Pablo en ese momento y tuvimos que cambiar todos los planes porque el doctor al verme en el hospital me dijo “lo siento mucho Karla, pero tenemos que hacerte una cesárea de emergencia y tu bebé tiene que nacer hoy”.
Entre mi llanto y las llamadas para poder contactar a Pablo, al fin todo estaba bajo control para mi cesarea. Yo no podía explicar ese sentimiento de haberme ido al hospital sin decirle a Olivia que yo iba a volver con su hermanito o no haberme despedido de ella. Yo sé que no era nada grave pero me sentía culpable por esto.
En el hospital mi cirugía era de emergencia pero en la noche solo tenían un quirófano y llegó una cirugía con más urgencia así que me postergaron para la mañana del sábado ya que el bebie estaba con monitoreos y sus sentidos vitales estaban controlados.
Al final, todo salió muy bien y Sam nació el sábado en la mañana. Mi pequeño Sammuel Roman. Sammuel por ser un nombre fácil en español e inglés y Roman por mi abuelito materno, al que no tuve la dicha de conocer pero que ha vivido en mi a través de las historias de los que sí lo conocieron.
Con un parto tan traumático (de nuevo) como este siempre me hace cuestionar cómo la sociedad aún cree en la idea de obligar a las mujeres a ser madres en contra de su voluntad. Si yo, con toda la voluntad y las ganas me sentía en shock durante ambos partos, no me imagino a alguien que haya sido obligada.
En fin, tanto que contar y tan poco tiempo que escribir. Les sigo contando luego…

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